En esta ocasión, en nuestro viaje a Estambul hemos querido visitar principalmente el que es símbolo de la ciudad, la majestuosa Santa Sofía. Hoy convertido en museo, cuenta con una larga historia, sobreviviendo a todo tipo de culturas y religiones.

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Sus orígenes se remontan al año 360, cuando fue inaugurada por primera vez, siendo por entonces el edificio más grande de la ciudad. Sin embargo, quedó reducida a cenizas tras diversos disturbios a raíz de una disputa entre el Patriarca de Constantinopla y la emperatriz Elia Eudoxia, esposa del Emperador Arcadio.

Posteriormente, otro emperador, Teodosio II, mandó construir una segunda iglesia, que fue inaugurada en el año 415. No conservaba ningún vestigio de su anterior vida, aunque corrió la misma suerte. En esta ocasión, al menos sobrevivieron algunos bloques de mármol, hoy junto a la entrada del museo.

Finalmente, volvió a resurgir de las cenizas como si de un ave Fénix se tratara, para dejarnos la definitiva iglesia. Fue el emperador Jusitiniano I quien la mandó levantar en el 532 y se trata de la construcción actual. Quería una basílica que no tuviera el mismo darmático final que sus antecesoras por su magnificencia, y así ha sido.

Llegó a ser catedral ortodoxa, cristiana y mezquita, dejando tintes de todos ellos, pero sin cambiar su estructura original.

Todo esto y muchas más historias y leyendas os las contará infinitamente mejor el guía que os llevará hasta Santa Sofía y el Gran Bazar de Estambul, a cuyo interior podréis acceder sin esperar colas, y todo en español.